viernes, 4 de mayo de 2007

NADIE ME HACE CASO

Como la mayor parte de los componentes de la Fundación no se dignan a escribir, ni a decir "por ahi te pudras", me veo en la obligación de enviaros este relato en tono humorístico que se me ocurrió una vez que estaba aburrida esperando a que me atendieran en la peluqueria, acerca de un personaje al que nadie hacía caso- Cualquier parecido con la realidad no es que sea mera coincidencia, es que no existe, porque a mí, obviamete, todo el mundo me hace caso).
NADIE ME HACE CASO:
A mí nunca me ha hecho caso nadie. Debe de ser cosa de la falta de don de gentes o de personalidad, pero la cosa es que los demás siempre me ignoran. Jamás he sido capaz de mantener la atención de un interlocutor.
Las ocasiones en las que he pasado totalmente desapercibido son incontables. Todavía recuerdo el día en que regresé al hogar tras las vacaciones veraniegas y me encontré con que unos ladrones me estaban desvalijando. Yo gritaba:
- ¡Voy a llamar a la policia!
Ellos seguían sin inmutarse.
Y yo llamando a la policía.
Y la policía que decía:
- ¿Sí? ¿Diga? ¿Hay alguien ahí?
- ¡Sí, soy yo! ¡escuche! ¡que me están desvalijando!- contestaba yo dándole golpes al teléfono para hacerlo funcionar. – ¡Parad ya, coño! – me dirigía hacía los descarados ladrones.

Aquello fue muy humillante. Y costoso, el hecho de reponer todos los enseres que me fueron robados resultó costosísimo, ya que ni que decir tiene que los del seguro no me hicieron ningún caso.
Por cierto, el típico chiste del hombre anodino que va al psicólogo y le dice:
- “Doctor, la gente me ignora.
A lo que el doctor contesta:
- Perdone, ¿ha dicho usted algo?”
Está basado en mí. ¡En serio!

Es algo que siempre he tenido asumido. Hasta el momento, mis pasos por este mundo han sido bastante invisibles; es decir, soy de los que pasan sin pena ni gloria.
Pero desde hace una semana mi vida ha dado un giro de 180º. Todo ha cambiado por completo desde que me compré a Sultan.
El dependiente, una vez apreció mi presencia en su establecimiento, me dijo que Sultán había sido entrenado para obedecer al que fuera su amo. ¡Y así es! Yo le digo a Sultán:
- Sultán, mueve la colita.
Y Sultán mueve la colita para mí (ojo, su colita, no la mía).
Si le digo:
- Sultán, ladra.
Y Sultán ladra.
Cuando lo llevo a pasear y regresamos los dos cansados, le digo que saque la lengua para respirar mejor ¡y él lo hace!
Bueno, lo mejor de todo es cuando le tiro un palo o una pelota y él casi siempre sale corriendo tras ella para devolvérmela.
Por fin siento que alguien me tiene en cuenta. Es más, yo creo que desde que Sultán llegó a mi vida, los demás están empezando a considerarme un poco.
Al fin me siento querido, escuchado, ¡siento que existo! En definitiva, me siento vivo.
Anteayer pasé por la tienda de animales y entré para darle las gracias al dependiente, pero él me contestó:
- ¿Y usted quién carajos es? Perdone, pero no le conozco de nada.
En fin, que estoy aquí, sentando en mi jardín, feliz, jugando con Sultán. Ahora mismo le he tirado una pelota con tanta intensidad, que Sultán ha tenido que saltar la verja para poderla atrapar. Es que es tan obediente y me hace tanto caso…
- ¡Sultán! ¿Dónde vas? ¡Sultán, vuelve!, ¡vuelveeeeeeeee!
Campera 2005

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Sultán no era el nombre del perro del Inspector Gadget??

Anónimo dijo...

Vaya que si lo era!! y Soffy y la sobrina! jo, que freaks

Coyote dijo...

Y el personaje del cuento podria ser una especie de inspector Gadget!!

Muy bueno el cuento, Campera!!

PD: Tenía nombre el Inspector Jefe de Gadget?

Anónimo dijo...

Comisario Gontier!!!

Coyote dijo...

No me extraña que, sabiendo ese dato, quieras mantenerte en el anonimato.

Anónimo dijo...

Jajaja.