martes, 15 de mayo de 2007

LA VENGANZA DE ZEUS


De las muchas anécdotas que acontecieron en Valencia (muchas y muy divertidas) y que ya iré desgranando en historietas para la fundación, hay una que me hizo reír especialmente porque, aunque no la presencié, me la contó su protagonista.

Ocurrió en “Dakota del Norte”, que no es otra cosa que el nombre con el que bautizó el César (Tizzio, para los que no lo sepan) al bungalow en el que se alojaban (pero esa es otra historia que dejaré para otro día).

Tras llegar el viernes por la noche, esperar a los que no habían llegado, repartirnos los alojamientos, dejar las cosas y cenar, habían transcurrido muchas horas y muchas botellas de vino en la cena…así que volvimos al camping y nos dedicamos al “porching”, que es un deporte que se practica entre amigos, sentados en la terraza exterior del bungalow y con más botellas…(pero esa es otra historia que también contaré otro día porque hay momentos memorables).

Decidimos irnos a dormir porque era tarde, porque había que levantarse pronto y porque se habían acabado las botellas…

Al día siguiente los chicos tenían que madrugar más que nosotras, así que Tizzio, se incorporó y fue a abrir la puerta corredera de cristal del bungalow, que dicho sea de paso tenía un estúpido sistema de cierre, pues había que dejar el pomo hacia arriba en vez de en la posición normal…

Llegados a este punto, me veo en la obligación de aclarar que en el salón, a mano izquierda de la puerta y a la altura de la cabeza de alguien de 1.80m se encontraba la televisión (que nadie usó, excepto Willy) sostenida por una base móvil giratoria de metal para permitir verla desde cualquier ángulo…(parece una tontería, pero es un detalle muy importante para el resto de la narración…)

Tizzio descubre con desesperación que la puerta no se abre, que la llave está por fuera y que se acerca la hora de salir para ir al polideportivo del Cabañal donde se celebraba la competición…

- ¡Horror! ¡Nos hemos quedado encerrados! ¡No llegamos a la llamada! ¡A ver ahora cómo salimos! (El lector se podrá imaginar la escena de pánico).

Don Juanjo Malatesta (lo de” mala testa” ahora, va con coña…) se levanta de la cama y, sin mostrar ningún tipo de preocupación, se acerca a la puerta (que no está cerrada con llave), gira el pomo hacia abajo, tira hacia la derecha y la abre…mientras, ante la mirada de admiración de Tizzio exclama :

- “ ¡SOY UN DIOS ENTRE MORTALES!”.

Justo en ese momento, y como si Zeus se hubiera despertado de una siesta al oir proferir su nombre en vano, hace que Malatesta se gire bruscamente hacia la izquierda dando a parar la cabeza de golpe (y nunca mejor dicho) con el televisor que se encontraba a esa altura…¡¡¡¡BAMMM!!!

El impacto es de tal magnitud que se produce “el efecto rebote” y Juanjo sale despedido al suelo hacia el lado contrario de donde se encuentra el televisor.

Y allí, entre dolor, alguna risa y alguna que otra lagrimilla (no se sabe si del golpe o de lo idiota de la situación), es atendido por Tizzio que también se está descojonando (éste no de dolor, seguro).

Y es que, Juanjito, si a los dioses los pusieron en el Monte Olimpo, es para que nadie los tocara,¡¡¡ que para eso mide casi 2000 metros ¡!!

Así que, deja a los dioses tranquilos,¡ que algunos tienen muy mala leche! ( y si no, pregúntale a un tal Ulises y a un tal Hércules que “disfrutaron” también de sus putadillas).


By Kari

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y a todo esto, que yo estaba fuera, esperando a que salieran los "señores".
Claro, servidora desde fuera empieza a escuchar unas risas repentinas y matutinas, y hasta conocer la historia completa, lo achaca a lo pavos que son, ¿o no?
:)