¿Quién no ha disfrutado con un combate de esgrima en el cine?¿Quién no recuerda ese combate final de Scaramouche? La esgrima cinematográfica es muy vistosa y todos los niños (y no tan niños) se quedan embobados cuando dos personajes (o más) se enzarzan en un duelo de espadas. Se trata de la representación gestual de esos personajes, de un enfrentamiento mediante movimientos, de una especie de danza, con el entrechocar de los aceros como sonido de fondo (y si hay alguna canción pegadiza al mas puro estilo Piratas del Caribe, mejor que mejor). Se trata además de, mediante ese combate, ser capaces de transmitir la personalidad del luchador, de tal manera que no nos cueste nada ponernos del lado de Luke Skywalker, Máximo, Jack Sparrow o Westley “como desees!!”.
La esgrima, en el cine, se nutre, hasta cierto punto de la esgrima deportiva de sable. Muchos movimientos son copias de los ataques y paradas de sable, aunque, por razones artísticas, se hacen MUY amplios, para que el espectador los pueda seguir. Aquí ya se opone totalmente a la filosofía de la esgrima deportiva. En la Sala, la esgrima es un enfrentamiento, en el cine es un diálogo. En el cine se busca la vistosidad por encima de la efectividad, a la mínima que te descuidas, los protagonistas ya están haciendo cabriolas, saltos, molinetes y esquivas increíbles. Es normal, al fin y al cabo, el cine es espectáculo.
A pesar de lo dicho más arriba existen, a grandes trazos, dos formas de hacer esgrima. O bien se hacen peleas teatreras, llenas de movimientos absurdos y/o imposibles, o bien se hace esgrima “realista”, que intenta parecer letal.
La esgrima teatrera, fantasiosa, de espectáculo, o como se la quiera llamar, no quiere convencer a nadie. Quiere entretener, llenando minutos y minutos de peleas “clinc!clanc! clinc clanc!” repletas de movimientos increíbles, momentos cómicos y otras lindezas por el estilo, como pasa en La Princesa Prometida, con ese fabuloso enfrentamiento entre Montoya y Wesley, un claro ejemplo de duelo épico-heroico (que término más grandilocuente). En este estilo de esgrima, rara vez se mata (solo por exigencias obligadas de guión), casi nunca se vierte sangre (por Dios! Que hay niños mirando!), y siempre se despacha a los sicarios desarmándoles y/o noqueándoles con los objetos más diversos. Aquí también se acostumbra a abusar de los elementos decorativos tales como tapices, barandillas, vigas, bancos, mesas y lámparas (si son colgantes, mejor que mejor).
En el otro extremo tenemos esas películas que quieren transmitir la idea que se lucha de verdad (Eh! Tios! Que esto va en serio! Puedo morir!) y aquí los combates son encarnizados, más “sucios”, cortos, y hay más profusión de sangre, vísceras y muerte. Aquí podríamos englobar, como claro ejemplo de esto, la excelente película de los Duelistas, de Ridley Scott. Combates de poco intercambio de golpes, brutales, sin florituras, a muerte. Sangre a borbotones y mucha mala leche. Nada de sonrisillas picarescas y cabriolas divertidas. En este estilo de esgrima (a veces) se intenta reconstruir como tiraban nuestros antepasados, cuando la vida les iba en ello, y no como ahora, que es cuando se enciende la lucecilla cuando se decide si has ganado o has perdido (De poco te servía tocar primero en la mano si un segundo después eras atravesado de parte a parte por el acero contrario). De todas formas, he de decir que demasiadas veces, los movimientos de esgrima teatrera se cuelan en este apartado, quedando, en muchos casos, como un pastiche extraño (Maldito Alatriste!!).
En fin, que a ver para cuando nos ponen una buena peli de piratas, con sables y metralla de verdad, que chorree la sangre por los obenques, y no como esa ñoñería de Disney, en la que no muere ni ese pisaverde aguado del Will Turner (Maldita sea!).
By Cotoye.